viernes, 13 de noviembre de 2009

De guerras, batallas y conflictos

Una guerra, "la gana" el que gana la última batalla, aunque esa última batalla núnca debió librarse. Las guerras son lo que son y la historia pese a que la escriban los vencedores, nos explica cláramente lo que en ellas sucede. Al final nunca gana nadie, bueno casi nadie

Unos pocos acumulan el poder y tal vez son envidiados, intentan eliminar a sus opositores, pero al final siempre acaban mal

En una guerra, ganan los de siempre, los que no luchan, los que se esconden, los que recojen o roban las miserias de los demás

Tenemos un ejemplo, una guerra pequeñita, que se está librando en las costas de Somalia. En este caso se trata del Alakrana. En un casino juegan por un lado los piratas y por otro los marineros. Ellos son los que pase lo que pase van a ser los perdedores. Ambos se escriben con minúscula

En otro casino juegan por un lado, los que se conocen como Señores de la Guerra y por otro los Armadores. Ambos con mayúscula. Los primeros se van a llevar una parte sustanciosa del rescate, los segundos al final perderán muy poco ya que de una o de otra manera pagaremos todos los ciudadanos de este País.

Pululando por unos ciertos despachos londinenses, los verdaderos ganadores, los que sin arriesgar nada, se llevarán la mayor parte del botín

Este es el esquema de una guerra, del tipo que sea (religiosa, política,...) Puede cambiar el escenario, los jugadores, las armas, el botín. Pero el esquema será el mismo.

Un conflicto surge de una falta de entendimiento entre dos partes, de un no querer dialogar, de un intentar mantener su pequeña parcela "de poder"

En esta discusión, que yo llamaría de merluzos, en la que nadie escucha a nadie, una de las partes pega un grito, lo que crea el desconcierto y si consigue que se apague el ruido, ha ganado esta escaramuza. Si sabe aprovechar este momento, puede ganar o perder la batalla, aunque si se hacen bien las cosas, es probable que nadie gane y lo que es más importante que nadie pierda.

Ahora, pues, es el momento de la elegancia, en el que un diálogo, pueda llevar a que el profesor se gane a los alumnos y a que los alumnos se ganen al profesor. Para ello se ha de saber hablar y se ha de saber escuchar. Entonces, solo entonces, ganaremos todos y nos sonreiremos por los pasillos

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo más fácil que se puede hacer es estar a grito "pelao" en una discursión... hay mucha gente que suelta auténticas burradas sin antes pararse un momento a pensar en lo que quieren decir en verdad. Claro ejemplo son los programas que se dan hoy en día en televisión: salsa rosa y demás. Si tomamos a esas personas como ejemplo, (con todas las discursiones que tendremos en un futuro no muy lejano), A SABER COMO ACABAREMOS!!!!!!!! todo el mundo enfrentado a todo el mundo.

Jorge Cruz dijo...

A ver si en este caso somos capaces de arreglar las cosas sin gritar mucho, con paciencia, porque nos interesa a TODOS