En estos días, las noticias surgen una detrás de otra, a una velocidad que yo no recuerdo haber visto. No son precisamente buenas.
Me ha costado seleccionar una para este blog y al final me he quedado con lo relacionado con el juez Baltasar Garzón
Nunca me gustaron los Grandes Discursos, ni las historias increíbles, ni las amenazas, ni cosas parecidas para creer en algo. Únicamente el ejemplo de quienes defienden las grandes creencias, tiene valor. En este caso las actuaciones del Juez Baltasar Garzón a lo largo de estos últimos años, me hicieron creer en la Justicia de este País.
En este momento el Juez ha sido condenado en una secuencia previsible por hacer "demasiado bien" su trabajo
Quiero colocar algunos titulares:
"La sentencia elimina toda posibilidad para investigar la corrupción"
1 comentario:
Necesito que me expliquen algo, ¿por qué si una prueba es obtenida ilegalmente, pierde validez? A este juez, en mi opinión venerable porque ha dado la cara ante situaciones en las que muchos no lo han hecho, le están juzgando o lo han juzgado por las escuchas ilegales que hizo o permitió hacer a los abogados de los involucrados en el caso Gürtel (correa en alemán, curiosísima nomenclatura la nuestra, en cinco años acabamos como EEUU, llamando Sopa y Pipa a las cosas).
A día de hoy, ese caso aún está abierto y es muchísimo más importante que las escuchas de este señor.
La justicia española es vergonzosa, pero no podemos olvidarnos de que los jueces, políticos, diputados, banqueros y directores generales son humanos, e intrínsecamente, igual a nosotros, solo que con dinero. Tal y como nosotros podemos y estamos tentados a hacer un "simpa" o la tipica ocasión de hacer pasar a un hijo de 13 años por uno menor de 12 para que entre gratis a lo que sea, ellos, los poderosos, hacen lo mismo a una escala mayor.
Volviendo al tema en cuestión, tengo dos posturas respecto a este señor. Primero, quebrantó la ley a la hora de pinchar los teléfonos, por otro lado, es una cara pública que, si es obligada a cesar, dejará de ejercer su función.
Sea cual sea la condena, es lo mismo siempre, todos somos unos sinvergüenzas, sin distinción de frontera ni idioma ni creo ni religión. Hay excepciones, como el juez Garzón, pero la gran mayoría no lo son. Nos toca vivir aquí y hay que joderse.
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